martes, 30 de abril de 2013

Diecisiete, el placer de los sonidos infinitos


Madrid... cuna multicultural  que nunca deja de sorprendernos y más si hablamos de música.
Para los que venimos de otro planeta a copiar la música de los terrícolas nos encontramos un pozo enorme de creatividad y capacidad de reinvención. En este caso los chicos de DIECISIETE nos dan una pequeña lección de minimalismo con este trabajo de 10 cortes, donde la sencillez es bella.






Los sonidos son historias y las letras son excusas para contar algo que bien podría ser en un idioma inventado porque con la claridad de sus sonidos lo dicen todo, lo transmiten todo.



Aun así nos regalan letras en castellano, con un efecto de voz crudo, con influencias kraut, recreándose en cada atmósfera, sin prisa, profundizando en la melodía, jugando con los tiempos, transformando cada idea que pasa por su mente en mundo sónico, en un espacio atemporal donde cobijarse con la ayuda únicamente de los sonidos distorsionados de su guitarra, de los golpes de su batería (Susana). Que lejos de trabajar en breaks interminables juega más con sonidos pesados que penetran en cada una de las melodías convirtiéndolas en pesados mazos contundentes, alejados de los decoros, pero engrandeciendo los temas con envolturas rítmicas de sobrado espesor.

Canciones que se centran en las atmósferas, en las sensaciones nostálgicas, melancólicas, juegos de voz entre los sonidos claros y saturados, pero sobre todo impagables momentos de largos trazos instrumentales que se prolongan, se dilatan en el tiempo y ocupan el espacio de toda una habitación sin dejar hueco al oxigeno entre tanta saturación y ambiente...

Un sensacional trabajo para nuestra maleta musical. Personal, introvertido, y muy sentido...



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